El infierno está en la tierra
El dolor corporal o físico es uno de los peores sufrimientos que el ser humano puede experimentar. Filósofos como Epicuro ya reflexionaron sobre cómo evitar el dolor, considerándolo el principal obstáculo para alcanzar la felicidad. Para el autor, el dolor en vida es comparable al infierno, especialmente cuando se observa a personas en sillas de ruedas, con enfermedades terminales o en estados de coma. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 1.000 millones de personas en el mundo viven con algún tipo de discapacidad, muchas de ellas enfrentando dolores crónicos que les impiden llevar una vida plena.
El genocidio de la Inquisición durante la época medieval en Europa y Latinoamérica es un ejemplo histórico de cómo el infierno se materializó en la tierra. La obra de Bartolomé de las Casas, Breve relación de la destrucción de las Indias, ilustrada por Theodor de Bry en el siglo XVI, documenta el sufrimiento de millones de indígenas y cristianos considerados herejes. Se estima que, durante la Conquista del "Nuevo Mundo", murieron alrededor de 12 millones de indígenas debido a la violencia, las enfermedades y las condiciones de esclavitud impuestas por los colonizadores.
El genocidio anglo-estadounidense en Filipinas a principios del siglo XX es otro ejemplo de este infierno terrenal. Durante la guerra filipino-estadounidense (1899-1902), se calcula que murieron entre 200.000 y 1.000.000 de filipinos, muchos de ellos civiles. Este episodio histórico refleja cómo la ambición imperialista puede convertir la vida en un infierno para quienes se oponen a ella.
Los campos de concentración y exterminio nazis representan uno de los capítulos más oscuros de la humanidad. Durante el Holocausto, aproximadamente 6 millones de judíos fueron asesinados sistemáticamente, junto con millones de otras víctimas, incluidos gitanos, discapacitados y opositores políticos. Este infierno no fue una metáfora, sino una realidad atroz que dejó una herida imborrable en la historia.
Los hospitales, aunque lugares de curación, también pueden convertirse en escenarios de sufrimiento extremo. Según un estudio publicado en The Lancet, más de 50 millones de personas en el mundo sufren dolor crónico debido a enfermedades como el cáncer, la artritis o lesiones graves. Los tratamientos dolorosos, como la quimioterapia o las cirugías invasivas, son recordatorios de que el infierno puede estar en la lucha por sobrevivir.
El "peor hospital psiquiátrico de América", el Hospital Psiquiátrico de Penhurst en Estados Unidos, fue un lugar donde pacientes sufrieron violaciones, torturas y abusos durante décadas. Este caso, documentado en investigaciones periodísticas, muestra cómo las instituciones destinadas a cuidar pueden convertirse en infiernos para los más vulnerables.
Los genocidios modernos, como los perpetrados por Estados Unidos en su expansión imperialista, han dejado un rastro de muerte y destrucción. Por ejemplo, durante la Guerra de Vietnam, se estima que murieron entre 2 y 3 millones de civiles. Estos actos de violencia sistemática son una muestra de cómo el infierno se construye en la tierra a través de la guerra y la opresión.
El genocidio en Gaza es otro ejemplo contemporáneo de este sufrimiento. Desde 2008, más de 5.000 palestinos han muerto en conflictos armados, muchos de ellos civiles, incluyendo niños. Este infierno no es una metáfora religiosa, sino una realidad vivida por quienes enfrentan la violencia diaria.
La pérdida de empatía y valores humanos en la sociedad moderna es otro aspecto de este infierno terrenal. Según un estudio de la Universidad de Michigan, los niveles de empatía en los jóvenes han disminuido en un 40% desde 1980. Este declive, agravado por el consumismo y las políticas que priorizan el capital sobre el bienestar humano, ha llevado a una deshumanización progresiva.
Con esto, podemos concluir que el peor dolor está configurado como parte del sufrimiento del mismo infierno.
El infierno no es un lugar que esté más allá de la muerte; está aquí, en la tierra. No es como lo describió Dante Alighieri en su Divina Comedia, sino en eventos históricos como la Gran Hambruna China (1959-1961), donde murieron entre 15 y 45 millones de personas, o la Hambruna de Bengala (1943), que cobró la vida de 3 millones de indios.
El genocidio de Ruanda en 1994, donde 800.000 personas fueron asesinadas en solo 100 días, es otro ejemplo de cómo el ser humano puede crear su propio infierno. Las guerras sangrientas, como la de Siria, que ha dejado más de 500.000 muertos desde 2011, son recordatorios de que el infierno no es una construcción religiosa, sino una realidad humana.
Jesucristo vino a la tierra para enseñarnos el amor al prójimo y vivir en armonía, practicando valores humanos. Sin embargo, el hombre ha demostrado ser capaz de crear su propio infierno, violando mandamientos como "No matarás" y olvidando la importancia de la compasión y la solidaridad.
El hombre es capaz de crear su propio infierno o su propio paraíso. Países como Finlandia, que ocupa el primer lugar en el Índice de Felicidad Mundial, demuestran que es posible construir sociedades basadas en valores humanos y políticas gubernamentales que priorizan el bienestar colectivo.
Nosotros somos quienes podemos cambiar este mundo y convertirlo en un lugar agradable para vivir. Depende de todos nosotros el cambio, y ejemplos como Finlandia nos muestran que es posible. El infierno no tiene que ser nuestro destino; podemos elegir construir un paraíso en la tierra.
Autor: Christian Aycho Carbajal.
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