Ladina
















Traicionó hasta a su sombra para venderse como naranja en bandeja de plomo,  

Fruta podrida en un banquete de los Monopolios.

Su dictadura, un relámpago negro en un discurso hediondo que sacudió al país.  

Fantoche de la oligarquía fascista, hija perdida de Hitler, asesinó sin piedad al pueblo con balas dum dum, 

Judas encarnada y disfrazada de presidenta, para canjear por unas monedas, los recursos del Perú a los capitalistas, verdugos del mundo.

Mientras el Perú gira sobre su eje de hambre y sangre, seca en los Contratos Ley.


Se opera su infernal rostro de arpía 

con los caudales del Estado, 

amparado por el congreso, 

quirófano de mentiras y corrupción, 

bisturí de impunidad,  


Dónde tejen la corrupción en leyes que acarician la masacre y la impunidad.


Se aumenta el sueldo bailando la danza caviar encima de miles de cadáveres.  


Reza el padre nuestro a lado del Papa 

y en las sombras mata a los hijos de la nación.


Se ríe en las pantallas mostrando sus rolex 

con sus manos llenas de sangre.


El rechazo nacional sube con olor 

a pólvora, hierro e impotencia.


Madres lloran, 

hijos lloran las muertes desamparadas.


Por la justicia ciega, 

sin derechos y 

sin soberanía.


Aquí el peruano no es dueño ni de su vida,  

ni del oro, 

ni de la plata, 

ni del gas, 

ni del petróleo...  

Sólo de lágrimas caídas

               en espejos rotos, 

               donde el país se desangra

                                                en muerte lenta.


--Christian A.C.


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