Mi esencia














Sus ojos, dos ámbares del otoño perenne,  

donde el sol se posa en mieles de ternura,  

son luces que iluminan el invierno  

con la alegría cálida de una dulce aventura.  

 

Su rostro, mapa de un serafín terrenal,  

donde lo divino y lo humano se enlazan,  

un jardín de promesas, nido de paz,  

donde las estrellas susurran mi esencia 

y la luna borda versos en mi piel tersa

crisol de atardeceres y aurora recién nacida.  


Su nariz, colina suave en un paisaje honesto,  

su boca, un geranio entreabierto al rocío,  

que canta sin palabras canciones del estío  

y guarda secretos de miel y de silencio.  


Su voz, río varonil que arrulla la noche,  

es canto de lluvia, himno de tormenta serena,  

que acuna los sueños con su fuerza amable  

y dibuja refugios donde el alma no teme.  


Su porte es cedro firme, raíz de nobleza,  

altivo y gentil, como el viento en la espiga;  

su actitud, un puente entre el fuego y la brisa,  

donde la bondad es un sol que no cesa.  


Su belleza que no se nombra: se siente,  

como el aroma del trigo al llegar junio,  

como el abrazo del mar en su plenilunio…  

Hombre de luz, en ti hasta el tiempo sonríe.  


Hermoso, sí, pero más que la aurora:  

en mi humano ser, hasta el cielo se enamora.


-----Christian Aycho Carbajal 

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