Cinceladas
Desiertos quedaron
sus ojos apagados
en la ventana azul
mirando el cielo caído
Son oscuras penumbras
que opacan mis tardes
con su manto de agonía
eterno pesar que devora
El río Pachachaca
suspira vientos tristes,
y zuzurros de llanto
en mi rostro álgido.
Aquellos viejos caminos
donde solíamos andar
agarrados de las manos
como niños sin rumbo,
son surcos muertos
No queda ni el rocío
en intimpas y molles,
ni la esperanza oculta
en manantial escondido,
ni las lágrimas frágiles
del nevado del Ampay.
Meditabundo, solo,
sentado en la plaza yerta,
la estatua de Micaela
observa mi desconsuelo
y abraza mi alma herida
con su sombra eterna
Cada calle de la ciudad
guarda celosa el reflejo
de cada imagen perdida
de nuestro amor antiguo
en el laberinto cuántico.
La memoria a golpe
de cada remembranza
hiere mi firmamento
con fuertes cinceladas
cada aventura de ayer
en las paredes rotas de
mi corazón pulverizado.
--Christian Aycho Carbajal
Comentarios
Publicar un comentario