Dios
Eres el límite que no conoce fronteras, el abrazo sin fin de los mares que susurran tu nombre en lenguaje de sal y estrellas.
Eres el consuelo escrito en constelaciones, cada estrella un versículo de luz en el papiro infinito de la noche.
Eres el sol que deshace sus brazos de oro sobre el firmamento, corazón incandescente que alimenta el latir de las galaxias, pulsación divina en el pecho del cosmos.
Eres la sinfonía de millones de serafines que tejen con arpas y trompetas la divina melodía que estremece los cielos.
Eres el algoritmo sagrado, la ecuación que resuelve el vacío existencial y convierte el polvo en alma humana.
Eres el suspiro del enfermo que en su lecho de sombras descifra tu rostro en las grietas de la pared y halla en ellas la luz de tu reino.
Eres el pan que se multiplica en las manos callosas del que labra la tierra, milagro cotidiano entre el sudor y el trigo.
Eres el universo cuántico, el alma viva de un poema que ordena los átomos.
Eres el amor que destruye el caos, el Alfa que no teme al Omega, porque en ti el tiempo se arrodilla y la eternidad es solo un instante entre tus manos.
Eres la energía de cada átomo y el motor de la revolución del tiempo y del espacio, la fuerza cuántica que mueve los engranajes del tiempo, la brújula eterna que guía la revolución del espacio.
Eres el universo palpitable y palpable, todo el universo es tu creación y toda esta creación es tu gloria, eres el corazón cósmico latiendo en la materia,
Un himno de luz que resuena a trillones de almas en perfecta armonía, donde cada estrella es un verso de tu poema infinito.
Eres el múltiplo divino, la ecuación perfecta del amor en cada ion errante,
Dios eres tú la fragancia del éter que perfuma los vacíos del desconsuelo, el abrazo que transforma el alma y la materia,
Eres el consuelo que teje mantos de esperanza sobre las almas agrietadas por la oscuridad,
El alfarero que reconstruye con barro de estrellas lo que el fuego de la destrucción calcinó.
Eres el candelabro de libertad cuya llama derrite las cadenas del miedo, la forja donde se templa la filosa espada de la justicia,
Eres la tierra donde brota el trigo de la alegría en un mundo que sangra y sueña con renacer.
Eres el temor absoluto de las sombras, porque tu amor es el sol de cada galaxia, la sinfonía que despierta a los mundos dormidos, el alba que nunca se rinde a la noche.
Eres la moral y la fe encarnada en conciencia humana y con tus manos cambias el orden de tu creación.
Eres tú mi Dios, la fuerza que nos permite transformar la realidad en el universo de tu voluntad.
Amén.
---Christian Aycho Carbajal
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