Flejos
El cielo clava mis ojos en el lago:
dos espejos quebrados
donde el albero escribe heridas
con tinta de sombra y angustia.
El verso sangra,
pero nadie escucha
su rumor de raíces
en la nígrea noche.
Las golondrinas tejen nidos
de luto en mi esternón y desprenden
la espada hundida en mi espalda.
Un rayo de luna atraviesa el pecho;
en la grieta germina un árbol
cuyas hojas son alas que silban
canciones robadas al viento.
¿Qué idioma habla el corazón helado
que el tiempo muerde?
Suspiro salado: los besos escritos
en papiro se deshacen,
letras que el río saborea
hacia un mar
donde los nombres son sedimento.
La luna desata su celosía de luz,
envuelve mi cadáver sonriente
en un sudario de astros anónimos.
Y cuando el cielo golpea sus paredes,
respondo con un grito hecho ceniza:
Flejos a lo lejos dibujan tu rostro
en mis labios: dos espejos
que ahora beben
la luz de tu constelación.
—Christian Aycho Carbajal
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