El grito de Sócrates

 

Sus ojos se derrumbaron  

en la oscura materia,  

masticados por el desdén  

de una ciega entidad  

que carga el yugo a cual bestia  

para hundirlo con pesadas  

cadenas de ignorancia.


Aún resuenan las gotas  

a golpe de la cicuta  

en la lengua de Sócrates.  


Aún titilan los hilos 

de la filosofía  

bajo sus párpados,  

sedientos de luz,  

mientras duermen el sueño  

que la conciencia incendia.  


El alma es el viajero;  

los cuerpos, vehículos  

en el tiempo de la materia.  


El alma de Sócrates es un grito  

que aún flamea en las noches  

donde el conocimiento  

no besa a los labios. 


Pero aún hay quien rompe  

las sombras de la cueva,  

y en la hoguera del diálogo  

pulveriza las cadenas. 


Pero el alma es el código  

que ordena el contexto,  

la conciencia del cuerpo,  

fragmentando el caos  

en esquirlas de saber.  


Así, el grito de Sócrates resuena:  

un llamado a cazar la verdad  

con mares de preguntas,  

un juramento grabado  

el alma es el martillo y

el cuerpo el vehículo de la materia 

que forjan el camino a la sabiduría.


--Christian Aycho Carbajal

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